Es bastante común pensar que los adultos tiene un aprendizaje limitado. La mayoría de gente piensa que la etapa "privilegiada" para el aprendizaje es la infancia. Nada más falso. Tanto Sarrate (2010), Izquierdo (2005) y Del Valle (2012) nos dicen claramente que el adulto está preparado para aprender. El problema radica en la persona que enseña, es decir, el formador de adultos, y los métodos que usa. Tal como hemos leído en textos anteriores, no existe, al menos en nuestro país, formadores de adultos per se, es decir, no existe un curso formal de pedagogía para adultos. En este sentido, se cree que el adulto aprende igual que los niños, dejando de lado sus particularidades.
Entonces ¿cómo aprende el adulto? En primer lugar, rescato lo que menciona Sarrate con respecto a la experiencia. No podemos dejar de lado la experiencia del adulto bajo ninguna circunstancia, ya que ella será la base de su aprendizaje. A comparación de los niños y adolescentes, la experiencia del adulto no sólo implica situaciones educativas anteriores, sino laborales y familiares. Si no se toman en cuenta, los contenidos nuevos caerán en saco roto. Dentro de esta experiencia, también se encuentras las "competencias clave" que menciona el mismo autor en Rasgos singulares del aprendizaje adulto. Todos tenemos una manera de concebir la vida y el mundo, y dentro de ella se encuentras estás competencias, siendo los tres grupos principales: 1) competencias que permiten dominar los instrumentos socioculturales necesarios para interactuar; 2) competencias que permiten interactuar en grupos heterogéneos; y 3) competencias que permiten actuar autónomamente. En este sentido, el aprendizaje cobra un papel de resignificación [Del Valle (2012)], donde lo vivido se conecta con lo nuevo para lograr un cambio. Es decir que el aprendizaje adulto, como cualquier aprendizaje, implica un posible cambio en la manera de pensar y así, en el estilo de vida, pero sobre todo, implica una conección entre lo vivido y los nuevo aprendido.
Los aspectos a ser considerados para el aprendizaje adulto deberán ser, por un lado, pedagógicos y didácticos, y por otro psicológicos. Ya he mencionado anteriormente el tema de la experiencia. Esta va unida a aspectos que implican un aprendizaje complejo. Esto quiere decir que, dentro de los parámetros formales, el aprendizaje adulto es complejo por hacer uso del razonamiento abstracto y actualizar, tanto como utilizar, información almacenada en la memoria de largo plazo (Del Valle, 2012). Esto deberá ir acompañado de una conexión directa con su experiencia, que resulte en un aprendizaje significativo. Tal como menciona el texto, a mayor conexión con experiencias menor cargar cognitiva, es decir, mayor facilidad de asimilación del contenido. Esta disminución de la carga cognitiva se logra a través de estrategias instruccionales tales como: secuenciación gradual de los contenidos para que sean unos el soporte de los siguientes, la facilitación de ejemplos, de preguntas y respuestas, la facilitación de recordatorios de contenidos o conceptos claves, la facilitación de organizadores avanzados como títulos y subtítulos significativos, y el soporte multimedia de gráficos, enlaces, imágenes y/o videos.
Dentro del ámbito psicológico, es de suma importancia tener en cuenta la realidad de los adultos a ser formados. Los adultos que aprenden no sólo usan su tiempo en la labor educativa, sino que también trabajan, tienen una familia, responsabilidades varias, etc., y sobretodo, pasan por un determinado estado emocional. No es lo mismo la vida a los 30 que la vida a los 50. En este sentido, será vital que el educador tome en cuenta estas características para adaptar el programa al grupo y a sus necesidades. En esta adaptación no sólo entra el respeto a su realidad sino también el material pedagógico y ejemplos a ser usados en clase, adaptados a dicha realidad (véase los ejemplos de Del Valle con respecto a las tareas y demás). Asimismo, me parece importante mencionar el tema de la motivación. Tal como dice el texto de Izquierdo (2005), la motivación puede ser intrínseca o extrínseca. La motivación extrínseca está en manos del educador de adultos, pero la intrínseca en manos del aprendiz. Sin una correcta y sólida motivación intrínseca, el aprendiz no podrá llevar a cabo un aprendizaje autónomo, uno de los fines más importantes.
Con todo esto, el aprendizaje adulto representa un espacio aparte de la educación básica formal. Podría decir que cada grupo a ser formado representa un mundo en lo que motivación y materiales se refiere. Aquí también entra a tallar la formación de profesionales dedicados a la educación de adultos, tema mencionado por mi compañera Micaela y discutido en un foro anterior. Lamentablemente, como ya se ha mencionado, no hay escuela de aprendizaje adulto. Sin embargo, si hay una serie de materiales de consulta que bien podríamos usar para dar un inicio a tan noble labor.
SARRATE, Maria Luisa
(2009) "Rasgos singulares del aprendizaje adulto". En: Educación de personas adultas en las fuerzas
armadas. Catálogo general de publicaciones oficiales. España: Ministerio de Defensa.
IZQUIERDO, Ángel
(2005) "Psicología del desarrollo de la edad adulta." En: Revista Complutense de Educación. Vol. 16 N° 2, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, pp. 601-619.
DEL VALLE, Roxana
(2012) "Aprendizaje adulto". Diplomatura de Especialización en Docencia para la Formación y Capacitación. Lima: Facultad de Educación PUCP.